Conquistar la libertad personal

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  1. Canela_
     
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    La llave de nuestra libertad está escondida en nuestra mente: podemos ser libres si nos atrevemos a serlo, a elegir en cada momento, sabiendo que habrá siempre algo que dejemos atrás. La libertad no es hacer siempre lo que queremos, sino decidir qué hacer con lo que nos sucede y así, ser autores de nuestra propia vida.

    Vivimos limitados por una prisión para la mente. No sufrimos cadenas, ni barrotes que nos retengan, y sin embargo muchas veces nos sentimos atrapados, acorralados, privados de nuestra libertad, encerrados en una prisión que nosotros mismos hemos construido o que hemos dejado construir a nuestro alrededor. Pero…¿en qué consiste esta prisión?, ¿de qué ilusión debemos despertar para poder alcanzar nuestra libertad?

    Creo que la primera ilusión que debemos reconocer como tal si aspiramos a la libertad, es una idea muy sencilla, pero que me parece la piedra fundamental sobre la que se asienta toda esta “prisión”, y que podemos formular así: “Tú no eres libre”. Es así de simple. Una y otra vez nos dice: “No eres libre y nunca lo serás, eres un esclavo, eres insignificante”. Hemos escuchado esto tantas veces –en forma explícita o no- que hemos acabado por creerlo. Quienes apoyan esta visión esgrimen como argumentos todas aquellas cosas que nos limitan: “Mira, mira todas las fuerzas poderosas con las que te enfrentas: los gobiernos, el sistema, el azar, el destino… ¿Qué libertad puedes tener en medio de todo esto?

    Estos argumentos son tentadores, pues nos dan una salida fácil para culpar a otros o al mundo frente a las dificultades de nuestra vida. Pero no debemos engañarnos; el entorno –lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que nos ocurre a nosotros mismos- nos limita, es cierto, pero estar limitados no nos convierte en esclavos. Porque ser libre no implica poder hacer lo que me plazca, sino poder decidir entre decir “sí” y decir “no”.
    Nadie puede decidir lo que sucede, nadie es capaz de controlar las voluntades de los otros, ni de predecir todas las situaciones en las que nos encontraremos, ni siquiera podemos elegir el resultado final de nuestras acciones.
    Nuestra libertad radica en que podamos decidir qué haremos con lo que nos sudece.

    Cuando confundimos limitaciones, dificultades o imposibilidades con falta de libertad, caemos en uno de dos lugares opuestos, pero igualmente peligrosos. El primero de esos peligros es el de concluir que, puesto que es imposible hacer todo lo que quiero, entonces no puedo ser libre: así me resignaré a lo que la vida me depare, abandonaré cualquier búsqueda de autonomía y me someteré a los designios de todo aquello que considere más grande que yo.
    El segundo peligro de creer que ser libre es hacer lo que me plazca, es el de por levantar una bandera de la libertad, caer en una rebeldía indiscriminada.

    Quiero ser libre y entonces no aceptaré ningún condicionamiento, ningún límite, ninguna regla. Ni el gobierno, ni la sociedad, ni nadie, me dirá lo que puedo y lo que no puedo hacer !Soy libre y hago lo que se me antoja! Quién razona así, se convierte en alguien que desestima todo acuerdo social y se desentiende de las consecuencias de sus actos, lo que conduce a sentirse excluido. Y no sólo eso, sino que de esta manera se determina siendo tan esclavo como en el caso anterior, sólo que se es un esclavo “en espejo”: obligado siempre a llevar la contraria, a oponerse a todo (o a casi todo).

    Resumiendo, hasta aquí hay dos maneras de perder nuestra libertad como personas: resignarse a decir siempre “sí” a lo que nos depara la vida o forzarse a decirle siempre “no”. La libertad se trata, justamente de poder elegir cuándo decir una u otra cosa. Por supuesto, elegir tiene consecuencias.
    ¿A qué me refiero cuando digo que elegir tiene consecuencias? Pues que al elegir, abrimos algunas puertas, pero irremediablemente cerramos otras.
    Siempre que hacemos uso de nuestra libertad, nos pronunciamos en algún sentido y eso, hace que quedemos frente a algunos caminos posibles y renunciemos a otros.

    No es posible elegir y al mismo tiempo seguir teniendo disponibles todas las opciones; decidirse por algo implica renunciar a muchas otras cosas.


    Autor: Demián Bucal
    (Médico y terapeuta gestáltico
    Coordinador de talleres literarios terapéuticos)

     
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0 replies since 22/8/2006, 20:44   161 views
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